Trabajo
práctico 2º A - Lengua y literatura
Pautas de trabajo
Fecha de
entrega: hasta el 22/08
El trabajo
debe ser individual; tipeado con un procesador de texto y entregado en una
carpeta rígida o semirrígida.
Consignas
1)
Después de ver la película
“Código 46” de Michael Winterbottom, escribí un ensayo comparando la sociedad
presentada en “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury y la del filme. (15 líneas como
mínimo).
Un ensayo es un texto
de opinión en el cual se exponen ideas, priorizando el estilo antes que el rigor científico. Es decir, en él se busca
expresar las ideas con belleza y no exclusivamente a través de procedimientos
explicativos y argumentativos. Encontrar un título para el ensayo es un buen
punto de partida.
2)
Después de leer la reseña
cinematográfica que sigue, respondé:
a)
¿Qué otras películas realizó
este director?
b)
¿Por qué el periodista dice
que la película muestra un modelo clásico?
c)
¿Con qué se relaciona el
título de la película?
d)
¿Cuál de los actores tiene un
mejor desempeño, según Diego Lerer? ¿Por qué?
e)
El periodista concluye que el
mundo del filme no difiere demasiado del nuestro. ¿Por qué?
Clarín, 3 de
noviembre de 2005
CINE:
CRITICA
¿Debo irme o quedarme?
“Código
46", del británico Michael Winterbottom, cuenta una historia de amor en un
futuro cercano.
Diego Lerer
“El futuro llegó hace rato", cantaban los Redondos y ese tema bien
podría servir de apertura, leit-motiv o cierre para este particular
ensayo de ciencia ficción del director de Manchester: la fiesta interminable,
Michael Winterbottom. Aquí, el futuro es una versión ligeramente modificada del
presente, con grandes corporaciones controlando la vida de las personas y un
extenso universo de desposeídos que viven "afuera" del sistema.
Versión "del otro lado" de la anterior película de Winterbottom, la
premiada e inédita aquí In This World, en la que mostraba como dos
exiliados de Oriente Medio trataban de llegar al Primer Mundo, Código 46
muestra a los que viven en una versión fast-forward de ese Primer Mundo
y tratan de no caerse afuera.
La trama recrea un modelo clásico de la ciencia ficción distópica: ¿qué pasa
cuando una o dos personas quieren liberarse de un mundo perfecto que
demuestra no serlo? Aquí, los personajes "orwellianos" son William
(Tim Robbins) y María Gonzalez (Samantha Morton). Para resolver un caso de
fabricación de pasaportes falsos, él es enviado a Shanghai, y una vez allí
descubre quién es la responsable del delito: la intrigante María. Pero el
problema es que se enamora de la chica y debe resolver si reportarla a las
autoridades o escaparse con ella.
El asunto en Código 46 es bastante más complejo que eso: el
título está relacionado con una cruza genética prohibida dentro de las
reglamentaciones de un mundo donde todos son hijos de clones fecundados in
vitro. Y ese "código" aparecerá para obligar a los personajes a tomar
fuertes decisiones. En un mundo donde la memoria puede ser borrada
quirúrgicamente, donde aparece un miembro de The Clash (Mick Jones) haciendo un
karaoke del clásico de su banda que da título a esta crítica, donde los idiomas
se mezclan para conformar un funcional esperanto (español, francés, árabe,
italiano y mandarín se cuelan con el inglés) y donde nada deja de estar
controlado y vigilado, el precio del confort se ha vuelto demasiado alto.
Con ecos de 1984 y una estética que podría definirse como un Blade
Runner de bajo presupuesto filmado por un émulo de Wong Kar-wai (la
fotografía, la cámara lenta, la voz en off), el filme funciona más como
reflexión poética y visual sobre el presente inmediato que como thriller
futurista. Si Wong filma una película cada cinco años y Winterbottom una cada
cinco meses, bien se podría pensar que esta historia del futuro podría haber
sido aprovechada por el realizador de 2046 para su trunca historia de
ciencia ficción (¿tendrá algo que ver la similitud númerica de ambos filmes?).
Winterbottom acarrea el peso de ser considerado un cineasta
"posmoderno", como si esa estética armada de curiosas
yuxtaposiciones, esa ironía permanente, esos cambios de estilos y temáticas, y
esa rapidez en filmar fuera un pecado. Le costó años ser tomado en serio en el
mundo del cine, pero no hay duda que se trata de un director que no le teme a
los riesgos (vean sino Nine Songs, su película compuesta sólo de escenas
de sexo y conciertos de rock) y que logra transmitir sensaciones con recursos
puramente visuales y sonoros.
Si bien la historia de amor nunca termina de ser del todo creíble (Robbins
parece tomarse todo demasiado al pie de la letra), el rostro, la voz y los
ojazos de Morton (Minority Report) transmiten la angustia de vivir en un
mundo donde la identidad está en duda, los recuerdos pueden ser falsos y el
amor es sólo una circunstancia pasajera que se puede olvidar si alguien oprime
las teclas adecuadas oportunamente. Un mundo no muy diferente al nuestro.