martes, 13 de octubre de 2015

martes, 6 de octubre de 2015

Montevideo, de Jorge Luis Borges

Montevideo
Resbalo por tu tarde como el cansancio por la piedad de un declive.
La noche nueva es como un ala sobre tus azoteas.
Eres el Buenos Aires que tuvimos, el que en los años se alejó quietamente.
Eres nuestra y fiestera, como la estrella que duplican las aguas.
Puerta falsa en el tiempo, tus calles miran al pasado más leve.
Claror de donde la mañana nos llega, sobre las dulces aguas turbias.
Antes de iluminar mi celosía tu bajo sol bienaventura tus quintas.
Ciudad que se oye como un verso.
Calles con luz de patio.

Jorge Luis Borges, Luna de enfrente, 1925




Poema "Buenos Aires", de Jorge Luis Borges

“Buenos Aires”, de Jorge Luis Borges:

Y la ciudad ahora es como un plano
De mis humillaciones y fracasos;
Desde esta puerta he visto los ocasos
Y ante este mármol he aguardado en vano.

Aquí el incierto ayer y el hoy distinto
Me han deparado los comunes casos
De toda suerte humana, aquí mis pasos
Urden su incalculable laberinto.


Aquí la tarde cenicienta espera
El fruto que le debe la mañana;
Aquí mi sombra en la no menos vana


Sombra final se perderá, ligera.
No nos une el amor sino el espanto;
Será por eso que la quiero tanto.


La raza inextinguible

LA RAZA INEXTINGUIBLE
En aquella ciudad todo era perfecto y pequeño: las casas, los muebles, los útiles de trabajo, las tiendas, los jardines. Traté de averiguar qué raza tan evolucionada de pigmeos la habitaban. Un niño ojeroso me dio el informe:
«Somos los que trabajamos: nuestros padres, un poco por egoísmo, otro poco por darnos el gusto, implantaron esta manera de vivir económica y agradable. Mientras ellos están sentados en sus casas, jugando a la baraja, tocando música, leyendo o conversando, amando, odiando (pues son apasionados), nosotros jugamos a edificar, a limpiar, a hacer trabajos de carpintería, a cosechar, a vender. Nuestros instrumentos de trabajo son de un tamaño proporcionado al nuestro. Con sorprendente facilidad cumplimos las obligaciones cotidianas. Debo confesar que al principio algunos animales, en especial los amaestrados, no nos respetaban, porque sabían que éramos niños. Pero paulatinamente, con algunos engaños, nos respetaron. Los trabajos que hacemos no son difíciles; son fatigosos. A menudo sudamos como caballos lanzados en una carrera. A veces nos arrojamos al suelo y no queremos seguir jugando (comemos pasto o terroncitos de tierra o nos contentamos con lamer las baldosas), pero ese capricho dura un instante, "lo que dura una tormenta de verano", como dice mi prima. Es claro que no todo es ventaja para nuestros padres. Ellos también tienen algunos inconvenientes; por ejemplo:
deben entrar en sus casas agachándose, casi en cuclillas, porque las puertas y las habitaciones son diminutas. La palabra diminuta está siempre en sus labios. La cantidad de alimentos que consiguen, según las quejas de mis tías, que son glotonas, es reducidísima. Las jarras y los vasos en que toman agua no los satisfacen y tal vez esto explica que haya habido últimamente tantos robos de baldes y otras quincallas. La ropa les queda ajustada, pues nuestras máquinas no sirven ni servirán para hacerlas en medidas tan grandes. La mayoría, que no dispone de varias camas, duermen encogidos. De noche tiritan de frío si no se cubren con una enormidad de colchas que, de acuerdo con las palabras de mi pobre padre, parecen más bien pañuelos. Actualmente mucha gente protesta por las tortas de boda que nadie prueba por cortesía; por las pelucas que no tapan las calvicies más moderadas; por las jaulas donde entran sólo los picaflores embalsamados. Sospecho que para demostrar su malevolencia esa misma gente no concurre casi nunca a nuestras ceremonias ni a nuestras representaciones teatrales o cinematográficas. Debo decir que no caben en las butacas y que la idea de sentarse en el suelo, en un lugar público, los horroriza. Sin embargo, algunas personas de estatura mediocre, inescrupulosas (cada día hay más), ocupan nuestros lugares, sin que lo advirtamos. Somos confiados pero no distraídos. Hemos tardado mucho en descubrir a los impostores. Las personas grandes, cuando son pequeñas, muy pequeñas, se parecen a nosotros, se entiende, cuando estamos cansados: tienen líneas en la cara, hinchazones bajo los ojos, hablan de un modo vago, mezclando varios idiomas. Un día me confundieron con una de esas criaturas: no quiero recordarlo. Ahora descubrimos con más facilidad a los impostores. Nos hemos puesto en guardia, para echarlos de nuestro círculo. Somos felices. Creo que somos felices.
«Nos abruman, es cierto, algunas inquietudes: corre el rumor de que por culpa nuestra la gente no alcanza, cuando es adulta, las proporciones normales, vale decir, las proporciones desorbitadas que los caracteriza. Algunos tienen la estatura de un niño de diez años; otros, más afortunados, la de un niño de siete años. Pretenden ser niños y no saben que cualquiera no lo es por una mera deficiencia de centímetros. Nosotros, en cambio, según las estadísticas, disminuimos de estatura sin debilitarnos, sin dejar de ser lo que somos, sin pretender engañar a nadie.
"Esto nos halaga, pero también nos inquieta. Mi hermano ya me dijo que sus herramientas de carpintería le pesan. Una amiga me dijo que su aguja de bordar le parece grande como una espada. Yo mismo encuentro cierta dificultad en manejar el hacha.
«No nos preocupa tanto el peligro de que nuestros padres ocupen el lugar que nos han concedido, cosa que nunca les permitiremos, pues antes de entregárselas, romperemos nuestras máquinas, destruiremos las usinas eléctricas y las instalaciones de agua corriente; nos preocupa la posteridad, el porvenir de la raza.
«Es verdad que algunos, entre nosotros, afirman que al reducirnos, a lo largo del tiempo, nuestra visión del mundo será más íntima y más humana.»
Silvina Ocampo


Simulacro de Evaluación

Evaluación de Lengua y literatura – 2º año – Pronombres y verbos irregulares – Tema 1
1.       Lée el fragmento de Mi hermana vive en la repisa de la chimenea.  Clasificá los pronombres subrayados en el texto, y determiná cuál es el referente de cada uno de los que pertenezcan al primen grupo (personales, posesivos y demostrativos). (5)
Cómo se llama tu amiga dijo arrastrando las palabras, y Sunya respondió antes de que yo pudiera inventarme un nombre que sonara a inglés. Dijo Soy Sunya. El caso es que papá sonrió. Encantado de conocerte, le dijo y el aliento le olía a cerveza. Eres la compañera de escuela de James. (…) Nos abrochamos los cinturones. A el mío me apretaba el pecho y me daba calor. Como los padres de Sunya estuvieran a la puerta de su casa, o como estuvieran las cortinas abiertas (…), papá vería que eran de piel morena y se pondría como un loco. Iba dando bandazos por la carretera y yo no paraba de pensar en esos anuncios de conductores borrachos que ponen en la tele en los que acaba todo el mundo muerto…
2.       Completá las siguientes oraciones con la forma verbal correspondiente: (3)
a.       Si la madre de James…………………..(satisfacer, pret. imp. Subj.) sus deseos, volvería con su padre.
b.      Aunque no……………………….(querer, presente subj. 1º ´plural) aceptarlo, muchas madres actuarían como la madre de James.
c.       El padre le regaló unas zapatillas que no le ……………………..(caber, pret. perf. Simple).
d.      Si se……………………………(producir, pret. imperf. Subj) un atentado terrorista, muchas personas morirían.
e.      A Jaz no le ………………………..(satisfacer, pret. perf. Simple) las opiniones de su padre sobre su novio.

f.        Tal vez……………………..(caber, condicional simple) preguntarse cuál de los padres era más culpable.