miércoles, 10 de octubre de 2018

Análisis de "Como gustéis" o "A vuestro gusto" (2º año Cangallo)

LO NATURAL Y  LO ARTIFICIAL EN “COMO GUSTÉIS”, de William Shakespeare

La obra  plantea una antítesis entre lo natural (que es libre, espontáneo y sano) y lo artificial (que es limitado, calculado y cultural). El enfrentamiento entre estos dos modos de vida se ve en varios niveles:
1) En lo social: en los valores propios de la sociedad civilizada (la corte o la propiedad) comparados con el valor de la vida simple (los pastizales amplios o el acampe en el bosque);
2) En lo familiar: en el conflicto que enfrenta hermano contra hermano y padres contra hijos, y, por otro lado, une a dos primas,
3) En lo personal: en el contraste entre los cortejos que se basan en emociones genuinas (Orlando y Rosalinda) y los que se basan en convenciones formales (Silvio y Febe). Sin embargo, estos distintos niveles no permanecen separados en la obra y el desorden en un área probablemente produzca un desorden paralelo en la otra.
La primera escena de la obra nos presenta la vida organizada de una propiedad. Aquí los lazos cercanos que deberían unir a los hermanos han sido pervertidos. La falta de naturalidad de la situación se hace clara en el parlamento inicial de Orlando. Su modesto patrimonio ha sido retenido, su cuna de nobleza ha sido menoscabada, y él habla de “sublevarse” y de “servidumbre”. El tratamiento brutal de Oliverio hacia el fiel sirviente Adam, a quien llama “perro viejo” muestra que el desorden afecta a otros miembros de la casa también. En la misma escena nos enteramos de una perversión anterior, paralela, en la vida de una familia normal, pero aquí los roles están invertidos, con el padre de los jóvenes, el abuso de un hermano menor hacia su hermano mayor. El luchador, Carlos, informa que “el viejo Duque fue desterrado por su hermano menor, el nuevo Duque”. En el nivel social, la degradación de la propiedad coincide con la degradación de la vida en la corte.
Pero en oposición a estas corrientes siniestras, somos testigos de una fuerte armonía entre algunas relaciones: Celia ama tanto a su prima Rosalinda que la seguirá en el exilio o incluso permanecerá con ella hasta morir. También nos enteramos del armonioso orden social establecido por el Duque desterrado y sus “merry men”[1] en el bosque de Arden. Así, la oposición entre la corte y el campo, lo natural y lo artificial, se establece desde el comienzo de la obra.
En la escena 2, del Acto I, las degradaciones de la corte se muestran abiertamente: hay poca sutileza aquí. Por ejemplo, el bufón habla burlonamente de un caballero sin honor que sin embargo ha prosperado bajo la autoridad de Federico, el Duque en ejercicio. No mucho después, a Orlando, que ha ganado la lucha, se le niega el honor merecido por su triunfo porque su padre, a quien “el mundo consideraba honorable” era enemigo del usurpador. Los valores naturales subvertidos en las primeras escenas encuentran una ardiente representación en la escena 1, del Acto 2,  — lo que  es “vanas pompas”,  “corte envidiosa” y “bullicio público” ceden paso a los regalos simples de la vida cercana a los árboles y los arroyos fluyentes.  Aquí, el Duque desterrado y sus “compañeros y hermanos en el exilio” encuentran “dulce” su existencia.  Pero para lograr plena satisfacción, han tenido que ajustarse  a las privaciones naturales  de su terreno  — "el rudo zumbido y el diente helado del viento de invierno”.
La trabajosa, difícil búsqueda de un refugio es algo por lo que todo fugitivo debe pasar en el Bosque de ARden ; para ellos, el bosque aparece al principio más salvaje que verde, y más amenazante que hospitalario. Rosalinda se queja de que sus ánimos están agotados; Celia está demasiado exhausta para continuar; Piedra-de-Toque declara con franqueza: “Mejor lugar tenía cuando estaban en casa”. Orlando y Adam casi mueren de inanición, y Orlando habla del “áspero bosque”, “la intemperie” y “este yermo”. Oliverio se convierte en un “infeliz hombre cubierto de harapos” amenazado por bestias salvajes.  

Pero todos estos personajes finalmente hacen las paces con el bosque, e incluso el tirano, el Duque Federico, se transforma cuando va “hacia las faldas de lo salvaje”. Para Orlando, la reconciliación se hace efectiva cuando, junto con Adam, se une al banquete del viejo Duque. El gran movimiento en la obra, entonces, se realiza desde la sociedad al campo, desde la restricción a la libertad, y desde la dificultad hacia la alegría. “Ahora iremos contentas”, dice Celia en la víspera de su exilio, “no al destierro, sino a la libertad”.
El bosque de Arden de Shakespeare provee el marco en el cual la mayor parte de la acción se desarrolla, pero es mucho más que un telón de fondo. El bosque asume una importancia simbólica. En primer lugar, es un “bosque idílico”. Las palabras usadas por Carlos para describir la vida del viejo Duque en el bosque sugieren una existencia idílica, y en los famosos romances pastoriles de la época de Shakespeare, se crea un mundo en el cual pastores y pastoras cantan melodías de flauta y hacen el amor mientras sus rebaños pastan despreocupadamente en los verdes y brillantes valles con el fulgor del verano eterno. Este mundo dorado, no es necesario decirlo, tiene poca relación con la vida real del campo en cualquier época,  aunque evoca el cumplimiento del deseo universal del artista por huir de las pesadas realidades y encontrar quietud y paz. En la época de Shakespeare, no menos que en la nuestra, la gente sentía la necesidad de tener un escape, una huida. Este concepto idílico de Arden se presenta, como señalamos, por un rumor transmitido por Carlos en la primera escena, y a este Bosque de Arden (un nombre que se ha convertido desde entonces en sinónimo de un bosque utópico) pertenecen criaturas tales como Silvio y Febe, cuyos nombres y comportamientos los conectan con la posterior literatura bucólica[2]. Estos personajes están absorbidos enteramente por las inquietudes amorosas que arrancan suspiros, como solamente los pastores y pastoras del romance pueden permitirse. 
El verde bosque de Arden, es también, por supuesto, la representación de un bosque real. El bosque de Arden de Shakespeare es materia de los cambios provocados por las estaciones, e incluso el viejo Duque admite finalmente que él y su compañía han soportado “días y noches crueles”.  

Además, la presencia de Piedra-de-Toque y Jaques en el bosque proveen lo que un crítico ha llamado “refutación” al tema de la alegría rural. Para Jaques, el cambio de la comodidad civilizada por las dificultades del campo es sintomático de la terquedad del ser humano, y su parodia despectiva de “bajo el verde árbol del bosque” lo hace evidente. Piedra-de-toque, por otro lado, es un ejemplo del sentido de la ironía de Shakespeare sobre la felicidad pastoril, porque interpreta el rol del exilio insatisfecho de la corte. Bajo el aspecto de aparente sinsentido de su respuesta ante la pregunta de Corino sobre si le gusta la vida de pastor, Piedra-de-Toque se burla de la naturaleza contradictoria de los deseos resueltos idealmente por la vida pastoral –esto es, estar al mismo tiempo en la corte y en los campos y disfrutar tanto las ventajas del rango, como las ventajas del estado sin distinciones sociales de Arden. Este tipo de humor va hacia el corazón de la convención pastoral y muestra cuán claramente Shakespeare lo entendía y podía usarlo en su mejor veta humorística. Las realidades de la vida en el campo son honradamente afrontadas por personajes como Audrey (Tomasa), que no es una damisela hermosa; Guillermo, que no es un pretendiente poético; y Corino, que es un simple y “auténtico” trabajador en las pasturas. Si Silvio y Febe encuentran lugares en el complejo de Arden de Shakespeare, su romance se presenta como francamente artificial, en contraste tanto con las bases elementales y biológicas de la persecución de Piedra-de-Toque a Audrey, como el amor profundamente sentido por Rosalinda y Orlando. Por lo tanto, Silvio y Febe, estereotipos pastoriles, proveen otra instancia en la oposición entre lo natural y lo antinatural, que es siempre una preocupación temática dominante en la obra.





[1] Este era el nombre que se les daba a los bandidos que acompañaban a Robin Hood. Literalmente significa “hombres alegres”.
[2] Se trata de una literatura que presenta la vida de campo de un modo idealizado.

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