LO NATURAL Y LO
ARTIFICIAL EN “COMO GUSTÉIS”, de William Shakespeare
La obra plantea una antítesis entre lo natural
(que es libre, espontáneo y sano) y lo artificial (que es limitado, calculado y
cultural). El enfrentamiento entre estos dos modos de vida se ve en varios
niveles:
1) En lo social: en los valores propios de la sociedad civilizada (la corte o la propiedad) comparados con el valor de la vida simple (los pastizales amplios o el acampe en el bosque);
2) En lo familiar: en el conflicto que enfrenta hermano contra hermano y padres contra hijos, y, por otro lado, une a dos primas,
3) En lo personal: en el contraste entre los cortejos que se basan en emociones genuinas (Orlando y Rosalinda) y los que se basan en convenciones formales (Silvio y Febe). Sin embargo, estos distintos niveles no permanecen separados en la obra y el desorden en un área probablemente produzca un desorden paralelo en la otra.
1) En lo social: en los valores propios de la sociedad civilizada (la corte o la propiedad) comparados con el valor de la vida simple (los pastizales amplios o el acampe en el bosque);
2) En lo familiar: en el conflicto que enfrenta hermano contra hermano y padres contra hijos, y, por otro lado, une a dos primas,
3) En lo personal: en el contraste entre los cortejos que se basan en emociones genuinas (Orlando y Rosalinda) y los que se basan en convenciones formales (Silvio y Febe). Sin embargo, estos distintos niveles no permanecen separados en la obra y el desorden en un área probablemente produzca un desorden paralelo en la otra.
La primera escena de la obra nos presenta la vida organizada
de una propiedad. Aquí los lazos cercanos que deberían unir a los hermanos han
sido pervertidos. La falta de naturalidad de la situación se hace clara en el
parlamento inicial de Orlando. Su modesto patrimonio ha sido retenido, su cuna
de nobleza ha sido menoscabada, y él habla de “sublevarse” y de “servidumbre”.
El tratamiento brutal de Oliverio hacia el fiel sirviente Adam, a quien llama
“perro viejo” muestra que el desorden afecta a otros miembros de la casa
también. En la misma escena nos enteramos de una perversión anterior, paralela,
en la vida de una familia normal, pero aquí los roles están invertidos, con el
padre de los jóvenes, el abuso de un hermano menor hacia su hermano mayor. El
luchador, Carlos, informa que “el viejo Duque fue desterrado por su hermano
menor, el nuevo Duque”. En el nivel social, la degradación de la propiedad
coincide con la degradación de la vida en la corte.
Pero en oposición a estas corrientes siniestras, somos
testigos de una fuerte armonía entre algunas relaciones: Celia ama tanto a su
prima Rosalinda que la seguirá en el exilio o incluso permanecerá con ella
hasta morir. También nos enteramos del armonioso orden social establecido por
el Duque desterrado y sus “merry men”[1] en el
bosque de Arden. Así, la oposición entre la corte y el campo, lo natural y lo
artificial, se establece desde el comienzo de la obra.
En la escena 2, del Acto I, las degradaciones de la corte se
muestran abiertamente: hay poca sutileza aquí. Por ejemplo, el bufón habla
burlonamente de un caballero sin honor que sin embargo ha prosperado bajo la
autoridad de Federico, el Duque en ejercicio. No mucho después, a Orlando, que
ha ganado la lucha, se le niega el honor merecido por su triunfo porque su
padre, a quien “el mundo consideraba honorable” era enemigo del usurpador. Los
valores naturales subvertidos en las primeras escenas encuentran una ardiente
representación en la escena 1, del Acto 2, — lo que es “vanas pompas”, “corte envidiosa” y “bullicio público” ceden
paso a los regalos simples de la vida cercana a los árboles y los arroyos
fluyentes. Aquí, el Duque desterrado y
sus “compañeros y hermanos en el exilio” encuentran “dulce” su existencia. Pero para lograr plena satisfacción, han
tenido que ajustarse a las privaciones
naturales de su terreno — "el rudo zumbido y el diente helado del
viento de invierno”.
La trabajosa, difícil búsqueda de un refugio es algo por lo que todo fugitivo debe pasar en el Bosque de ARden ; para ellos, el bosque aparece al principio más
salvaje que verde, y más amenazante que hospitalario. Rosalinda se queja de que
sus ánimos están agotados; Celia está demasiado exhausta para continuar;
Piedra-de-Toque declara con franqueza: “Mejor lugar tenía cuando estaban en
casa”. Orlando y Adam casi mueren de inanición, y Orlando habla del “áspero
bosque”, “la intemperie” y “este yermo”. Oliverio se convierte en un “infeliz
hombre cubierto de harapos” amenazado por bestias salvajes.
Pero
todos estos personajes finalmente hacen las paces con el bosque, e incluso el
tirano, el Duque Federico, se transforma cuando va “hacia las faldas de lo
salvaje”. Para Orlando, la reconciliación se hace efectiva cuando, junto con
Adam, se une al banquete del viejo Duque. El gran movimiento en la obra,
entonces, se realiza desde la sociedad al campo, desde la restricción a la libertad,
y desde la dificultad hacia la alegría. “Ahora iremos contentas”, dice Celia en
la víspera de su exilio, “no al destierro, sino a la libertad”.
El
bosque de Arden de Shakespeare provee el marco en el cual la mayor parte de la
acción se desarrolla, pero es mucho más que un telón de fondo. El bosque asume
una importancia simbólica. En primer lugar, es un “bosque idílico”. Las
palabras usadas por Carlos para describir la vida del viejo Duque en el bosque
sugieren una existencia idílica, y en los famosos romances pastoriles de la
época de Shakespeare, se crea un mundo en el cual pastores y pastoras cantan
melodías de flauta y hacen el amor mientras sus rebaños pastan
despreocupadamente en los verdes y brillantes valles con el fulgor del verano
eterno. Este mundo dorado, no es necesario decirlo, tiene poca relación con la
vida real del campo en cualquier época,
aunque evoca el cumplimiento del deseo universal del artista por huir
de las pesadas realidades y encontrar quietud y paz. En la época de
Shakespeare, no menos que en la nuestra, la gente sentía la necesidad de tener
un escape, una huida. Este concepto idílico de Arden se presenta, como
señalamos, por un rumor transmitido por Carlos en la primera escena, y a este
Bosque de Arden (un nombre que se ha convertido desde entonces en sinónimo de
un bosque utópico) pertenecen criaturas tales como Silvio y Febe, cuyos nombres
y comportamientos los conectan con la posterior literatura bucólica[2]. Estos
personajes están absorbidos enteramente por las inquietudes amorosas que
arrancan suspiros, como solamente los pastores y pastoras del romance pueden
permitirse.
El
verde bosque de Arden, es también, por supuesto, la representación de un bosque
real. El bosque de Arden de Shakespeare es materia de los cambios provocados
por las estaciones, e incluso el viejo Duque admite finalmente que él y su
compañía han soportado “días y noches crueles”.
Además,
la presencia de Piedra-de-Toque y Jaques en el bosque proveen lo que un crítico
ha llamado “refutación” al tema de la alegría rural. Para Jaques, el cambio de
la comodidad civilizada por las dificultades del campo es sintomático de la
terquedad del ser humano, y su parodia despectiva de “bajo el verde árbol del
bosque” lo hace evidente. Piedra-de-toque, por otro lado, es un ejemplo del
sentido de la ironía de Shakespeare sobre la felicidad pastoril, porque
interpreta el rol del exilio insatisfecho de la corte. Bajo el aspecto de
aparente sinsentido de su respuesta ante la pregunta de Corino sobre si le
gusta la vida de pastor, Piedra-de-Toque se burla de la naturaleza
contradictoria de los deseos resueltos idealmente por la vida pastoral –esto
es, estar al mismo tiempo en la corte y en los campos y disfrutar tanto las
ventajas del rango, como las ventajas del estado sin distinciones sociales de
Arden. Este tipo de humor va hacia el corazón de la convención pastoral y
muestra cuán claramente Shakespeare lo entendía y podía usarlo en su mejor veta
humorística. Las realidades de la vida en el campo son honradamente afrontadas
por personajes como Audrey (Tomasa), que no es una damisela hermosa; Guillermo,
que no es un pretendiente poético; y Corino, que es un simple y “auténtico”
trabajador en las pasturas. Si Silvio y Febe encuentran lugares en el complejo
de Arden de Shakespeare, su romance se presenta como francamente artificial, en contraste tanto con las
bases elementales y biológicas de la persecución de Piedra-de-Toque a Audrey,
como el amor profundamente sentido por Rosalinda y Orlando. Por lo tanto,
Silvio y Febe, estereotipos pastoriles, proveen otra instancia en la oposición
entre lo natural y lo antinatural, que es siempre una preocupación temática
dominante en la obra.
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